“Ábrelo y sácala”, afirmó alguien en el exterior. Mi compañera me decía, tiritando de frío, “no te preocupes
que seguro que no tiene nada que ver con nosotras”, pero cuando vi que algo se
me acercaba, en ese mismo instante vi que se refería a mí.
Él me sacó, me tocó con sus grandes manos y me apoyó en el mármol con
fuerza. No sabía qué estaba ocurriendo,
me sentía aturdida, nunca había hecho nada malo, solamente esperaba a que
alguien me liberase de esa horrible cárcel. Mis pensamientos quedaban mudos
cuando de repente empezó a echarme una sustancia blanca sobre mi cuerpo, como
si de sal se tratase, me dio la vuelta y siguió con su tarea.
En mi interior viajaban varias emociones, impotencia, coraje, frío
extremo, pero la que daba uniformidad a todas ellas era la sorpresa, sorpresa
de pensar por qué yo y no otra…
Conforme pasaba el tiempo veía que este iba a ser mi final. A lo lejos
veía que mi compañera seguía ahí como siempre, tumbada sin hacer nada más. Ni
si quiera intentaba defenderme, mientras a mí me manipulaban y hacían conmigo
lo que querían. “Esto no es justo”, pensé, “pero qué voy a hacer yo si solo soy
una pechuga de pollo”.
Buen relato!! Y ahora, a seguir publicando.. ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Esther!! cada semana iré subiendo algo nuevo, un texto, una foto, un vídeo... =)
EliminarQue artista que eres!!! :)
ResponderEliminarLa leche que te han dado, y yo preocupada por la chiquilla
ResponderEliminarjajajajajaja entonces he conseguido el efecto deseado... jajaj =P
Eliminar